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Fake news, manual de resistencia contra la política de la mentira

GABRIEL JARABA

La gente habla de las fake news con sorpresa y admiración; así como diciendo mira qué cosa, como si desde que el mundo es mundo el ser humano no se hubiera dedicado siempre a mentir y engañar. A las puertas de la segunda década del siglo XXI nos sorprendemos de que los medios difundan informaciones no fiables, madre de Dios, cuando, precisamente, las modernas ciencias de la comunicación nacen en el siglo XX para estudiar la manipulación de las masas por parte del totalitarismo mediante la seducción y el engaño.

Ahora se centran en estudiar cómo la tecnología complica más la cosa. La confluencia de comunicación y cibernética pasa hoy por la inteligencia artificial, que no sólo es un sistema hipercibernético para la gestión de las cosas in absentia humana, sino que está concebido para que un observador no pueda identificar la acción maquinal tras la apariencia de conducta humana.

Si seguimos la ley de hierro del pensamiento crítico, “piensa mal y acertarás”, nos daremos cuenta de que el objetivo de la inteligencia artificial no es tanto la gestión sin mediación humana, sino la simulación de una presencia y acción humana que permitan torcer la reacción de acuerdo con los intereses de quien la introduce. De modo que bajemos los humos: las fake news no son más que un leve aperitivo del plato fuerte que nos espera en el festín que los poderes preparan a costa de la libertad y con factura a cargo de los ciudadanos.

A menudo se presentan las fake news como un problema periodístico, informativo y comunicacional, cuando son un problema político. De hecho el concepto se traduce erróneamente: no se trata de “noticias falsas”, sino de pseudonotícias engañosas presentadas fraudulentamente con la intención de engañar y desinformar. Y esta intención no nace de entre el público receptor de la información, sino de los núcleos centrales del poder.

Es Donald Trump quien empieza a hacer circular la expresión fake news para aludir, de manera pervertida, a las informaciones desfavorables que sobre él publican los grandes medios estadounidenses, desde The New York Times hasta la CNN , y lo hace para desprestigiarlos o, como mínimo, esparcir dudas sobre su solvencia informativa. Fake News es, pues, un aspecto reciente de las estrategias de desinformación bastante practicadas durante el siglo XX en la comunicación de masas.

Autoomunicación de masas

Pero la comunicación del siglo XXI es más compleja que la del siglo XX. Lo que Manuel Castells ha teorizado como “autocomunicación de masas” -para aludir el papel proactivo de los ciudadanos en la generación y distribución de información mediante redes y medios digitales- es lo que ha conferido una fuerza inédita a las fake News promovidas desde el poder político.

Ocurre así un efecto perverso en la llamada “alquimia de las multitudes”, aludida por Francis Pisani y Dominique Piotet para designar la acumulación de saberes propiciado por la autocomunicación de masas: en lugar de fomentar la promoción del conocimiento, se deforma la realidad por parte de quienes deberían ejercer su derecho a emitir y recibir información verosímil.

Y es entonces cuando surgen diferentes entidades comprometidas con la información democrática, con la Unesco a la cabeza, que promueven campañas de concienciación sobre el riesgo de las fake news. Proponen la educación de la ciudadanía respecto a la identificación correcta de las fuentes y fiabilidad de las informaciones, la responsabilidad de no difundir noticias falsas, y el uso inteligente de la comunicación para defender el derecho democrático a la información y su profundización.

La Unesco lleva adelante una amplia e intensa actividad alrededor de otro nuevo concepto: alfabetización mediática y digital (MILID, en sus siglas en inglés). Las fake news son el centro de esta iniciativa, pero el problema es que la educación mediática sucede en el seno de la educación general, y ésta no sólo produce formación e instrucción, sino también analfabetismo funcional: personas que saben leer pero no entienden lo que leen.

Y ahora es cuando encontramos a la madre del cordero: no es en una capacidad perversamente oculta en las redes sociales o en la autocomunicación de masas donde se encuentra el caldo de cultivo para las fake news, sino en dos lugares muy concretos: la confluencia de la acción deliberada de poderes políticos, económicos y estratégicos para hurtar a la ciudadanía la información fiable a la que tienen derecho, y en las defectuosas políticas educativas de los gobiernos que no posibilitan el sustrato cognitivo necesario para el ejercicio de la ciudadanía democrática.

Carguen las culpas a otros

Educadores, activistas y profesionales de la comunicación inciden en el campo de acción de las fake news de abonar los perjuicios previamente causados por otros. Pero en Europa tenemos una manera curiosa de actuar: culpamos a las democracias de la UE de las desgracias de los refugiados que quieren acceder a ellas, en lugar de culpar a los gobiernos criminales que han convertido sus países en campos de batalla y cementerios; nos escandalizamos ante el ascenso de fuerzas populistas y fascistas como si su predominio fuera inevitable, en lugar de ensanchar unas democracias fuertes en las que vivir sea ilusionante. No ha sido necesario ningúna fake new para llegar a esta mentalidad regresiva que se cree progresista y es uno de los más poderosos lastres que impide progresar a un continente que es por ahora la más destacada isla de libertad.

No es necesario pedir a periodistas, comunicadores, educadores y medios cuentas de las fake news sino que hay que buscar su origen en el poder y el dinero. La tarea de educar al público se carga sobre comunicadores y educadores, pero no son ellos los responsables, simplemente aparecen para abonar los estragos causados por otros.

El estado español tiene un panorama comunicacional que se caracteriza por una prensa impresa que es de partido pero no se declara como tal. Lo es no sólo porque toma posiciones editoriales coincidentes con estrategias partidarias, sino porque son propiedad de los bancos que financian las campañas y deudas de los partidos. Medios y partidos deben, al mismo tiempo, su existencia a las entidades bancarias. Aquí empieza y termina el recorrido de cualquier discusión sobre credibilidad informativa en nuestra sociedad.

Elucubrar sobre insidias relacionadas con fake news en este panorama parece ingenuo pero en realidad es el intento de desviar la responsabilidad a los escenarios digitales de la autocomunicación de masas. Y esto ocurre porque la prensa de partido, cada vez menos interesante para el lector informado, encuentra competencia en unos medios digitales que, por más despropósitos que cometan, nunca podrán descapitalizar del todo a unos grupos mediáticos que en otro tiempo fueron grandes negocios en beneficio de delirantes estrategias audiovisual-financieras.

Algunos de estos digitales están llegando rápidamente a la irrelevancia por estar reproduciendo la misma fatídica alianza entre poder editorial, bancario y partidario, pero más descarada y con la desvergüenza de intentar recoger los nichos de público sembrados por otros medios, ahora en recesión. Trump sale a dar la cara en Twitter y moviliza a sus trolls par forzar a la realidad a parecerse a lo que dice, dejando que los bancos jueguen con las astronómicas deudas de los medios a los que desea doblar.

No es que nos hagan falta más y mejores educadores en comunicación, que los necesitamos; no es que los periodistas tengan que contribuir a la alfabetización mediática, que deben hacerlo; lo que se necesitan son editores de prensa dignos de este nombre, capaces de publicar información independiente. En un país donde la fake new más gorda la promovieron el propio presidente del gobierno y el ministro del interior un 11 de marzo de 2004.

Publicación original: Catalunya Plural

 

De espaldas a los lectores

Los historiadores de la prensa del futuro inmediato estudiarán la actitud de los periódicos impresos de Madrid cuando recibieron de uñas al séptimo presidente del Gobierno de la democracia, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, secretario general del Partido Socialista Obrero Español. Y al hacerlo, se sorprenderán al ver que ninguno de ellos consideró noticia de portada la fotografía del flamante primer ministro prometiendo su cargo sin tener delante un crucifijo y una Biblia. Adoptaron, quizá sin ser conscientes de ello, la actitud del presidente saliente cuando marchó mirando al tendido al largarse a media sesión de moción de investidura en actitud de ahí os quedáis. Pero los periódicos no pueden encogerse de hombros y dar la espalda a los lectores cuando un hecho no les gusta, porque se deben a ellos y solamente a ellos; ay del medio de comunicación que considera oposición a su propio público.

La prensa impresa española de hoy, en su casi totalidad, es del todo inviable en términos económicos, de audiencia y empresariales. Creen sus administradores que les hacen daño las redes sociales de internet y los supuestamente inextricables gustos del público, cuando este se ha regido siempre por lo de siempre: la gente hace caso de lo que le interesa, de lo que tiene algo que decirle que considere significativo. No ha sido internet lo que ha producido el desballestamiento económico de la prensa española sino las carreras enloquecidas producidas hace algunos años en torno a la televisión –Sogecable, Antena 3 y cosas así– en las que se fundieron las ganancias obtenidas con los periódicos. Ironías de la vida, aquel modelo de televisión entra ya en progresiva obsolescencia y quienes han acabado haciéndose con el botín han sido  holdings extranjeros que actúan como duopolio, mientras que la empresa española no tiene nada que decir ante el desarrollo tecnológico y estratégico de las nuevas plataformas de televisión de pago. Los lectores abandonan la prensa porque no les interesa, no les gusta y creen que no les sirve. A la prensa le corresponde ganarse su interés, y no es otra su tarea. Pero las empresas periodísticas andan entretenidas con otros asuntos.

La prensa española es propiedad, en última instancia, de los bancos que han asumido sus deudas, y estos mantienen en vilo a las empresas periodísticas orientándolas hacia una u otra estrategia política de acuerdo con intereses que no son los de los lectores ni de la ciudadanía en general. En los últimos años hemos visto que se ha producido una concentración de los medios en torno a posiciones que podríamos calificar de derechistas siendo benevolentes y cualquier observador mínimamente moderado podrá constatar que un repaso de sus publicaciones arroja un aroma suavemente reaccionario. Los medios digitales, que hubieran podido aportar innovación o por lo menos cierta renovación son en general panfletos partidarios directamente subvencionados por fondos cuya procedencia más vale la pena, por caridad cristiana, llamar opacos. No hay futuro ni en la prensa impresa ni en la digital, salvo ciertos medios aislados que se empeñan en hacer periodismo, como Eldiario.es o Público  y algunos otros. La prensa española de hoy día es un conglomerado de periódicos de partido o de intereses fragmentados interesados en provocar ciertos estados de ánimo políticos que ha respondido, en el campo mediático, a un proyecto de derechización de la sociedad en general. En mi tesis doctoral «De qué hablan los periodistas españoles en Twitter» demuestro la extremada polarización ideológica de los profesionales en torno a un mundo ideológico e ideologizante que es muy reducido y limitado a lo que llamo «el Madrid periodístico institucional» en el que no se advierten señales de innovación ni de apertura de horizontes.

La recepción del nuevo gobierno por parte de ese mundo mediático, hecha a regañadientes, muestra no sólo las dificultades del sector para abrirse a una nueva realidad sino el recelo que siente ante la posibilidad de verse privado de ciertos alicientes económicos e institucionales con los que se ha venido sintiendo como pez en el agua. Falta saber ahora si el rediseño institucional que puede desprenderse del cambio acelerará unas transformaciones necesarias en la prensa o acelerará una obsolescencia informativa que se percibe ya como factual en el simple hecho de que los periódicos españoles de hoy se elaboran y se difunden de espaldas a los lectores y por tanto, del futuro más inmediato.

Unas intervenciones sobre el futuro de la televisión informativa y de la prensa

Estos últimos dias he tenido bastante actividad en medios digitales y redes, muy estimulante. Publiqué un artículo sobre la innovación en los informativos de televisión en la web de OI2, Observatorio para la Innovación de los Informativos en la Sociedad Digital, en el que trataba de llamar la atención de que no sólo la prensa impresa corre el riesgo de resultar obsoleta ante los cambios actuales en la comunicación sino que lo mismo podía suceder con la televisión informativa:

Diez preguntas para tratar de ver más claro el cambio posible y necesario en la televisión informativa

Mis preguntas surgen a partir de esta constatación:

«Las transformaciones que la televisión como medio debe afrontar son probablemente más ingentes que lo que parecen a primera vista. En principio se suponía que debía actuar en consecuencia a un cambio profundo en la determinación tecnológica: la revolución digital. Pero ahora podemos ver que de lo que se trata es de la irrupción de una cultura digital, entera y en toda la regla. Una cultura –un salto cultural transformador, como la invención de la imprenta y el surgimiento del libro moderno—hace mucho más que reclamar una adaptación técnica de los modos de expresión de la cultura anterior. ¿Cuáles son las nuevas determinaciones/posibilidades que la cultura digital presenta a la televisión? ¿Cuáles de ellas son posibilidades tecnológicas y cuáles oportunidades sociales?En su conjunto, ¿qué panorama dibujan en cuanto a expansión, diversificación e impacto en el terreno comunicacional, informativo, cultural y social?».

Esta pieza tenía como propósito animar un poco el cotarro ante la celebración, el 21, 22 y 23 de febrero en Madrid de las Jornadas OI2 del mencionado observatorio. Se trata de la tercera edición de esta iniciativa de RTVE, la UAB y la universidad CEU-San Pablo, en cuya segunda entrega, en 2016, tuve el placer de participar. Y parece ser que lo animó, puesto que circuló bastante por Twitter entre las personas más próximas al espíritu de las Jornadas OI2. Mientras tanto, yo temía haber exagerado en cuanto a mis apreciaciones críticas, pero un ulterior artículo de un profesor de la universidad de Cardiff vino a decir lo mismo que yo; lo aproveché para remachar el clavo desde la web del Gabinete de Comunicación y Educación:

Cuidado con el dinosaurio

Aprovecho para señalar allí la pertinencia de las preguntas que antes formulé:

«Si no somos nosotros quienes nos hacemos las preguntas pertinentes sobre la salud y el futuro de los medios de comunicación no lo hará nadie. ¿Quiénes somos nosotros? Pues los profesionales de la comunicación, los usuarios de los medios, los educadores, los padres y familiares de los educandos y los entornos sociales, profesionales, académicos y familiares en los que vivimos. A todos nos interesa una información de calidad, al servicio de los ciudadanos y no de las empresas, de los intereses financieros y las estrategias políticas. A las empresas informativas también debería interesarles ese debate, puesto que está en juego el futuro inmediato de sus negocios. Sin embargo, aunque el dinero suela ser una poderosa razón motivadora, no parece que la empresa periodística esté dispuesta a asomar la cabecita en los lugares donde se reflexiona cada vez más a fondo sobre este asunto que nos concierne a todos pero especialmente a ellos».

En esta línea de aproximación crítica al futuro de los medios de masas, la fundación l’Alternativa, vinculada a Esquerra Unida i Alternativa me pide un artículo sobre el cierre de la revista Interviu, lo que aprovecho para situar esa circunstancia en un panorama más amplio y en perspectiva diacrónica: un esbozo de las transformaciones de la prensa española desde la muerte de Franco hasta la actualidad y un toque de alerta ante el inmovilismo de los medios que es fruto del inmovilismo de la sociedad entera:

«El inmovilismo político y social de la sociedad española actual ha marcado el fin de la prensa dinámica de la Transición, y será la tumba de la prensa impresa actual. Aparecerán nuevas publicaciones, muy probablemente multiplataforma, que combinarán el papel y el digital. Ello será obligado por la necesidad que una sociedad democrática tiene de disponer de medios de información, y porque los ecosistemas sociales generan las estructuras informativas que son coherentes con ellos. Lo que cuesta més de vislumbrar en esta perspectiva es el surgimiento de nuevos empresarios de comunicación, motivados por publicar productos innovadores, ilusionados por la labor periodística y erigidos en verdaderos emprendedores en lugar de gestores administrativos que combinan las artes del jefe de personal y las del ‘broker’ financiero. Lo que antes se llamaba empresarios de prensa, personajes hoy desaparecidos que compartía con los periodistas la fascinación por hacer posible la información periódica orientada a explicar lo que pasa a los interesados en saberlo.
Hoy no queda ningún empresario de prensa digno de tal nombre, solamente administradores de deudas que sueñan en cómo se podrían hacer periódicos sin periodistas. Porque estos no-empresarios no sólo desconfían de sus periodistas sino que los odian profundamente y sólo quieren quitárselos de encima. Esto es lo que mata a la prensa y no las redes i esto es lo que ha matado a «Interviu y matará a más publicaciones no en los próximos años sino en los próximos meses».
La desaparició d’Interviu i el «zombie wak de la premsa espanyola
El artículo ha sido reproducido por el blog periodístico PAIOS, que tiene una gran repercusión en los ambientes profesionales de la comunicación en Cataluña.

 

 

La innovación en los informativos de televisión

oi2-rtve

 

A finales de 2016 comencé a colaborar con el Observatorio para la Innovación de los Informativos en la Sociedad Digiral OI2, una iniciativa conjunta de Radiotelevisión Española, la Universidad Autónoma de Barcelona y CEU Universidad San Pablo, con una ponencia en las jornadas que este organismo celebró en el Rectorado de la UAB.

El objetivo de OI2 es  dar visibilidad a las últimas tendencias en el ámbito de los informativos y la televisión y mostrar cómo estas iniciativas son desarrolladas de una manera sostenible, con modelos de negocio acordes a la economía de hoy.

Ahora publico en su web una aportación al tema reflexionada y estructurada sobre las oportunidades y riesgos en la innovación en los informativos de televisión, que resume mi punto de vista sobre este asunto.

Más abajo se encuentra el enlace al texto completo del trabajo, y aquí extraigo y resumo algunos de los párrafos que me parecen más significativos.

  • Si la prensa impresa se enfrenta a su propia supervivencia como medio que se expresa en un soporte de papel, en el caso de la televisión el reto no es menor: cómo va a transformarse y subsistir en un universo multiplataforma en el que no solamente se va a luchar por porciones de audiencia y cuota cada vez más pequeñas sino por la propia relevancia de la televisión informativa. Este es el alcance de la partida en juego: innovación para operar en la centralidad comunicacional u obsolescencia a través de la irrelevancia.
  • Lo que ha de marcar la diferencia no es la adoración a los gadgets sino los contenidos y su relevancia en términos de centros de interés real para públicos realmente existentes. No se trata de lo más impactante, más moderno o vistoso, se trata de lo que realmente interesa a la gente real y concreta.
  • El interés lo suscitan los contenidos y la capacidad de proponerlos mediante lenguajes capaces de comunicar y de mediaciones capaces de sintonizar lo necesario con lo oportuno.
  • La tarea de buscar, hallar y servir contenidos de interés en la televisión informativa del siglo XXI corresponde a los periodistas. Asistidos por expertos en guión, creadores de narrativas transmedia, operadores de cámara, realizadores, editores. Que deben hacer lo que saben hacer: ir a donde está la gente, enterarse de lo que le pasa a la gente y contárselo a la gente. Otros profesionales podrán ayudarles en la tarea, incluso enseñarles a actualizarse, pero no sustituirles. Hace demasiado tiempo que las empresas informativas sueñan con poder hacer periodismo sin periodistas y los resultados están a la vista de todos con sólo asomarse a los quioscos.
  • La televisión no  puede contentarse con pseudonoticias sino que tiene que ofrecer imágenes vivas de cosas que están pasando ahora mismo en la vida. Esa es su ventaja sobre los otros medios.
  • La regla de oro de la comunicación: ¿qué le interesa a la gente? Lo que hace la otra gente. La tecnología no es interesante por sí misma; a nadie se le ha visto extasiado ante una lavadora o un frigorífico de última generación en la sexta planta de El Corte Inglés. La tecnología que nos interesa es la que nos pone en contacto con otros seres humanos, con realidades humanas. No son las maquinitas ni las pantallitas lo que centra el interés, lo son las personas. La tecnología que nos llama la atención es la tecnología de la comunicación que permite poner en contacto entre sí a los seres humanos, a sus mentes y a lo que dimana de sus vidas. La cosa no va de chips sino de neuronas.
  • La tecnología no aísla a las personas sino que las vincula más estrechamente entre sí. El aislamiento surge cuando se hace un mal uso de la tecnología de la comunicación utilizándola para fines distintos al de comunicar. A mayor potencial y complejidad de la tecnología comunicativa mayor potencial y complejidad de comunicación humana. Y por tanto mayor complejidad y poder de las situaciones humanas en que desemboca el uso de la tecnología. Las tecnologías no son nada sin las decisiones humanas que las animan e implementan.
  • No se trata solamente de implementar unas nuevas rutinas de producción sino de construir un ecosistema entero de producción y difusión de información que engloba tanto a la redacción como a las propias realidades sociales en las que se introducen sus periodistas y a sus protagonistas, tanto como objeto de información como en tanto que público. Un nuevo ecosistema semejante trastoca las relaciones verticales de asignación de coberturas y de supervisión de contenidos. Hace replantearse el papel de los periodistas no sólo como agentes de captación de información sino como dinamizadores del ecosistema del cual han de surgir los productos informativos.
  • La televisión deberá hallar de una vez el modo de hacer lo que en su día consiguió la radio en directo mediante las líneas telefónicas abiertas: vincular estrechamente emisores y receptores en torno a la construcción de una narración informativa viva que se desarrolla sobre la marcha y cuya tensión en directo configura los lenguajes, los formatos y las orientaciones de los programas.
  • La suma de tecnologías móviles, redes sociales y ecosistemas informativos amplios, dinámicos e inclusivos conducen a la televisión hacia una nueva dimensión: convertirse en un medio total. Si internet se presenta bajo la vocación de convertirse en la plataforma centralizadora del consumo de información, entretenimiento y formación, la televisión puede devenir el eje articulador de los contenidos audiovisuales y las interacciones correspondientes que se puedan dar en esa plataforma global. Una nueva televisión informativa integral, dinámica e interactiva, solamente se puede dar en el seno de esa plataforma global que, de momento, aún está demasiado fragmentada. Es la fuerza de la televisión la que le puede ayudar a dar el salto definitivo en esa dirección. Hay muchas pantallitas en ese ámbito pero el poder de la pantalla televisiva sigue ejerciendo un rol de polarización nada desdeñable. La televisión crea tendencias, lidera inclinaciones, propone modelos y acaba por establecer elementos hegemónicos en la comunicación y en la vida social. Ese patrimonio no debe ser echado por la borda sino puesto a liderar la dinámica multipantalla de la comunicación integral y a hacerlo mediante la apertura al diálogo y la interacción con el público.
  • En esa concepción de la información total en una sociedad abierta no hay lugar para esconderse. No se pueden disimular las agendas ocultas, que serán fuertemente cuestionadas por las realidades sociales que el público venga a poner de relieve; no se pueden encubrir las dinámicas autoritarias, que quedarán cuestionadas por las necesidades impuestas por una producción ágil y rápida; no pueden quedar impunes los tratamientos superficiales y oportunistas, que serán puestos en evidencia ante una corriente informativa fiel a la realidad.  Y si se puede hacer todo eso, entonces las consecuencias serán más evidentes, porque en un ecosistema dinámico, inclusivo y transparente todo lo que contradiga estas características esenciales redundará en perjuicio de la calidad de los contenidos.
  • La tecnología y sus dispositivos no son lo prioritario, lo es la conexión que permiten mantener con las personas; lo es su potencial de recoger, formatear y servir mejor los contenidos que las atañen. En no más de cinco años los dispositivos que hoy conocemos y sus funciones se habrán transformado profundamente y continuarán haciéndolo. Solamente podremos descubrir su empleo en un mejor periodismo televisivo si tratamos de deducir de ellas lenguajes y formatos posibles, que se desprendan lógicamente no sólo de su determinación tecnológica sino del modo como se produce su recepción por parte del público y que lenguajes y formas de comunicación desarrolla la gente a partir de la tecnología.
  • En suma: contenidos informativos quiere decir periodismo. Innovación en contenidos informativos implica hacer más y mejor periodismo. Por tanto, se trata de crear y producir contenidos que contengan noticias y no pseudonoticias, acontecimientos y no meros sucesos, asuntos que interesen a la mayoría y no sólo a sus implicados, que promuevan la creación de opinión pública y no la satisfacción del interés particular.Leer el texto completo del trabajo:

Innovación en los informativos de TV, por Gabriel Jaraba

Todo sobre el seminario 0I2 Media de noviembre de 2016, en el que participé.

Vídeo de la mesa redonda sobre innovación en informativos, con Gabriel Jaraba, Luis Miguel Pedrero, Teresa Barceló, Urbano García Alonso y José Juan Ruiz.

 

 

The New Day: aparece un nuevo diario impreso en el Reino Unido

The New Day

El lunes 29 de febrero de 2016 ha aparecido el primer diario de información general nuevo en 30 años en el Reino Unido. Se llama The New Day y es un periódico de papel que se publica únicamente en su edición impresa y no dispone de sitio web. Consta de 40 páginas en formato tabloide y lo publica el grupo Trinity Mirror, editor del Daily Mirror, The Sunday Mirror y otras cabeceras regionales. La directora es Alison Philip, que antes dirigió la edición de fin de semana del Daily Mirror. La línea editorial del grupo ha sido siempre de apoyo al Partido Laborista. El diario ha tirado dos millones de ejemplares de su primer número.

«Como empezamos desde cero  hemos descartado todas las ideas anteriores sobre cómo tiene que ser estructurado un diario, hemos partido de un papel en blanco», ha dicho Alison Philip. «La idea es que este papel tiene que ofrecer en 40 páginas todo lo relevante de una jornada que pueda ser leído en 30 minutos, en vez de bombardearte con contenido que no necesitas», ha precisado.

El contenido noticioso básico de The New Day procede de la edición digital del Daily Mirror, de su edición impresa y de Press Association, un servicio de soluciones multuplataforma. Estos materiales serán reescritos y ampliados por una redacción de 25 periodistas. Aunque The New Day no tiene edición digital sí que está presente en Facebook y Twitter.

El director ejecutivo del grupo Trinity Mirror, Simon Fox, ha dicho que el nuevo diario aspira a convivir con la información disponible en internet. «No hay porqué estar obligado a escoger entre una cosa y otra», ha dicho, puesto que «los diarios pueden existir en la era digital si ofrecen algo distinto». La directora, a su vez, dijo que su pretensión es llegar al público que no compra prensa impresa. Según Fox “no tenemos una estrategia digital. No creo que ahora mismo exista una brecha en el mercado para otro sitio web de noticias de actualidad. El mercado es ferozmente competitivo y en él no sólo actúan los editores ya existentes sino un gran número de nuevos actores».

El objetivo de la empresa es estabilizar el diario en unos 200.000 ejemplares de media. Para lograrlo no piensan entrar en una guerra para captar lectores de la competencia sino atraer a los 500.000 lectores anuales que según sus cálculos han dejado de comprar diarios impresos. 

@thenewdayuk

Vía: Agencia Efe y The Guardian.

Jeff Bezos nombra nuevo editor del Washington Post y apuesta por un modelo de prensa política seria en la Red

washingtonpost

Hace exactamente un año y un mes yo me preguntaba en este blog si la compra de The Washington Post por Jeff Bezos, propietario de Amazon, abriría nuevas perspectivas al modelo de negocio de la información y los periódicos, hoy sumido en grave crisis. Muchos creyeron ver en aquella operación un capricho de Tío Gilito; yo me negaba y me niego a creer que alguien que es capaz de crear un gigante vaya a entretenerse a jugar con muñecas. Jimbo ha llegado al periodismo para quedarse y cambiarlo, y ya emite sus primeras señales.

La primera señal es el nombramiento de un nuevo editor del diario. No un diseñador de webs; no un comité de sabios que propongan estrategias; no algunos indicios de aproximarse al modelo light del USA Today o de The Huffington Post. Al tipo no le va lo light sino que pone al frente de la dirección del Post al creador de Politico, un periódico digital que se ha convertido en el referente de la prensa seria en internet, una publicación que, mientras los portales generalistas se sumen en la publicación de no noticias y tonterías, como Yahoo, y los medios informativos de prensa y tele combinan la superficialidad con la fidelidad a la extrema derecha ideológica, se ha distinguido por poner en el centro de la atención informativa la política democrática, los asuntos de interés público y la calidad de la convivencia social. Politico ha demostrado, con Frederick J. Ryan, el nuevo editor de The Washington Post, que hay negocio para el periodismo serio y de calidad de Internet, y que las opciones light son fruto de la ignorancia, la timidez, la desorientación o algo peor.

Fred Ryan no va a hacer tonterías con el Post. Fue asesor de Ronald Reagan y trabajó con él en la Casa Blanca. Hasta ahora mismo fue presidente del consejo de síndicos de la fundación que lleva el nombre del ex presidente. Tiene unas relaciones institucionales privilegiadas con el mundo político y económico de la capital estadounidense. Con ese trasfondo, y al frente del diario que perteneció a la familia Graham, uno no puede hacer otra cosa que atreverse a hacer de buque rompehielos y adentrarse en la exploración de un modelo de negocio para la prensa de calidad válido a la vez para el papel y para la Red, y que se mantenga como referencia.

Cuando Bezos compró el Post escribí lo siguiente:

«José Sanclemente, escritor, editor y consultor en medios (y una mente clarividente en el negocio de la prensa diaria) se pregunta en su blog “¿Qué esta pasando para que en tan poco tiempo el Boston Globe, la revista Newsweek y ahora el Washington Post, entre otros, cambien de manos y a unos precios practicamente de derribo?”. La respuesta es que el modelo tradicional de estas publicaciones está obsoleto. Pero atención: el modelo no significa el concepto, el diseño, el contenido de los periódicos, sino otra cosa: las relaciones con los lectores, la rentabilización del producto, la experiencia de su disfrute, las prioridades en a quién se considera cliente (¿al lector o al anunciante?) y las prioridades en el sentido de la orientación de la información (¿a los círculos dirigentes o a la mayoría de la población?). Creo que la obsolescencia de los periódicos no equivale a la del papel, pues la enorme mayoría de los websites de los diarios padecen una obsolescencia mayor que la edición impresa. No es el soporte, ni siquiera el negocio: es lo que se ofrece, a quien se ofrece y qué significado tiene esa oferta para el receptor».

Ahora, Fred Ryan afirma, después de su primera reunión con la redacción, que «la mejor estrategia es innovar y experimentar y, en cualquier caso, centrarse en última instancia en la experiencia de los lectores en su uso del periódico”. O sea que tiene identificada la cuestión central: innovación más centramiento en los lectores. Algo difícil de asumir por la mayoría de empresas editoras de prensa diaria, en Estados Unidos y entre nosotros, puesto que los nuevos pseudoeditores que publican diarios se caracterizan por algo tremendo: odian a sus periodistas y les desprecian a ellos y a su público a la vez. Permítaseme de nuevo otra autocita:

«Los grandes diarios están en venta porque sus cabeceras valen cada vez menos. Y eso ocurre porque el valor está en función de los atributos que el público les asigna. El gran cambio en la cultura de los periódicos ha sido que el público ha dejado de tener en alta consideración las cabeceras y su valor añadido en términos de credibilidad y de identificación con los supuestos valores informativos, periodísticos y cívicos que representan. Pagan ahora el precio que supuso el que otrora los grandes diarios se aliasen con unas élites de las que el público actual no sólo se siente desapegado sino de las que desconfía profundamente. El valor no sólo es inherente a la información –contenidos– concreta que el periódico vende, sino, y por encima de todo, la vinculación de esa información con los intereses de los lectores. De esto cuelga toda la crisis de la prensa convencional, y solamente de esto».

Deseo de todo corazón que Jeff Bezos y Fred Ryan triunfen. No sólo por el bien de la profesión periodística sino para que se fastidian los editores que no saben cómo hacer negocio con sus diarios y andan publicando publirreportajes sobre «la piratería» que no se confiesan como tales.

La noticia, sintetizada en mi web, Gabriel Jaraba Online.

La compra del diario, hace un año, en este blog, o un análisis que resulta ser correcto.

El fichaje de Fred Ryan, explicado por el propio Post.

The Washington Post

Politico

 

 

 

 

 

 

Empecemos el curso choteándonos de los medios

redaccion el periodico

La serpiente de verano ya no es lo que era. Los jóvenes suelen ignorar qué significa esa expresión, de honda raigambre periodística. Serpiente de verano era una noticia que no era, digamos, inventada, pero sí una chorrada que durante el curso no hubiera merecido ni un suelto pero que en julio y agosto se le sacaba punta hasta convertirla incluso en reportaje. Quizás lo de serpiente venía por lo del monstruo del lago Ness o por algún ofidio de buen tamaño casualmente despistado por un chaflán del Eixample. Cuando yo era un reportero principiante, a finales de los 60, el verano era una estación de sequía noticiosa pues aún no se habían inventado las no noticias, que hoy, en cambio, inundan los informativos de televisión. Para que se hagan una idea, los primeros días de agosto La Vanguardia aparecía mostrando en portada una foto a toda página en la que se veía la Diagonal desierta de personas y automóviles. Cada año, aquella imagen en huecograbado indicaba que llegaba la época en que la vida se detenía y todo entraba en un estado de hibernación inversa; hogaño terminamos el mes canicular con una manifestación de protesta ciudadana discurriendo por el corazón de la Barceloneta veraneante y con el alma en vilo por si la V independentista será mayúscula o minúscula. En el interín, Rajoy ha acompañado a doña Merkel a abrazar al santito, una nueva marca islamista ha decapitado a un señor y fusilado sumariamente a dos centenares más, Rajoy y Mas se han visto y no visto y el flamante rey Felipe ni ha dicho esta boca es mía ni se ha subido, a Dios gracias, en ningún barquito deportivo. Solamente dos o tres tintoreras se han paseado desde el Maresme hasta el Garraf costeando, sin siquiera dignarse incomodar a los bañistas.

De modo que si el flujo informativo no desciende en verano y la consabida serpiente no asoma el hocico (o lo que en su lugar tengan las serpientes), podemos tomar el pulso de lo que los medios han ido haciendo, siquiera sea a vuelapluma.

El País ha tomado el relevo de El Mundo en la labor de atizar garrotazos a Cataluña en el culo de Artur Mas, incluso aproximándose peligrosamente a ABC. Parece como si Rosa Diez hubiera sido nombrada redactora jefe de opinión. Las caretas van cayendo una a una y el admirado Javi Cercas ni se corta en decir, por fin, lo que piensa. Legítimamente, faltaría más.

La programación cinematográfica en las teles es más mala que con Franco.

Las páginas salmón de La Vanguardia parecían las notas de sociedad del Hola, llenas de parejas y grupos familiares vestidos de fiesta para el verano. Con eso, las entrevistillas y los temas «desengrasantes», tales publicaciones se asemejaban riesgosamente a lo que hacíamos hace 30 años en El Periódico por estas fechas.

TV3 ha sido, quién lo hubiera dicho, el último refugio de la canción del verano. El soniquete de Pepet i Marieta nos ha traído un penetrante olor a sandía fresca a todos los hogares catalanes hasta que nos ha llegado a salir por las orejas. Hasta Salvador Cardús imploraba piedad. Por cierto, el serial policiaco francés Avenue du Palais, casi tan genial como Julie Lescaut; ha sabido a poco.

En El Mundo, Casimiro García Abadillo ha seguido pugnando por encaramarse al trípode de la pitonisa, sin lograrlo todavía. Cierto es que hace falta valor para titular tu sección «Hoja de ruta del director», pero la lástima es que además es preciso saber escribir con gancho y tener algo nuevo que decir. O atreverse a hacerlo.

La latinoamericanización de El País está avanzando a tal ritmo que el diario parece un periódico de Armando de Armas publicado en la Caracas de la época de Carlos Andrés Pérez.

La línea general de El Punt Avui parece inspirada por aquel viejo anuncio del Cerebrino Mandri: adustez, preocupación, desplantes, y lo que en catalán llamamos «mocs» a diestro y siniestro. Kryptonita peligrosa que a veces parece contagiar al Ara.

A pesar de los pesares, que suelen ser muy pesados, El Periódico sigue siendo el diario que mejores portadas hace.

La Razón también hace unas portadas muy buenas. Y lo que tiene más mérito, las confecciona mientras su director anda de tertulia en la tele, en lugar de remangarse en su elaboración como se supone que debe hacer un director de diario.

Eldiario.es continúa posicionado como el mejor periódico digital independiente. Mientras, Público sigue aproximándose a un max-mix entre Iskra, Solidaridad Obrera y La Aurora, cosa que tiene mucho mérito.

El apesadumbramiento ceñudo y tristón de las columnas de Antoni Puigverd en La Vanguardia ha llegado a preocuparme seriamente. He estado a punto de salir corriendo a llevarle algún reconstituyente y servírselo yo mismo en la mesa camilla.

En cambio, ver que el inconmensurable Julio Llamazares («El río que nos lleva») ha publicado en la contraportada de El País junto a esos animosos jóvenes y jóvenas del otro lado del charco me ha hecho pensar que, o bien todos no se han vuelto locos allí o alguien no sabía a quien contrataba para la columna.

Son solamente unos apuntes deslavazados y, como decía el gran Cassen, es broma. Ya se me ocurrirán más.

Fotografía: la sala de redacción de El Periódico. Foto de Miguel Lois.

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DR. GABRIEL JARABA
Doctor en Ciencias de la Comunicación y Periodismo.

Soy un periodista senior en ejercicio desde 1967, con experiencia en prensa, radio, televisión e internet. Me dedico a tareas académicas y de activismo social como Doctor en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente sirvo como profesor en esa Universidad; en la Cátedra Internacional UNESCO Unaoc UniTwin de Alfabetización Mediática y Diálogo Intercultural, la Cátedra UNESCO de MIL para el Periodismo de Calidad, la Cátedra RTVE-UAB para la Innovación de los Informativos en la Sociedad Digital y en el Gabinete de Comunicación y Educación de la UAB.

Soy analista de la información y los medios en la Fundació Periodisme Plural y escribo en el diario Catalunya Plural. Hago investigación en comunicación, en redes sociales de internet y en humanidades digitales. Elaboro métodos de impulso de la creatividad y de gestión mental.

Autor de los libros Periodismo en Internet (Ed. Robinbook); Twitter para periodistas (Ed. UOC); Youtuber (Ed. Redbook) y ¡Hazlo con tu smartphone! (Ed. Redbook) y coautor de otras obras sobre comunicación y educación.

Como ciudadano promuevo el apoyo a Naciones Unidas en la perspectiva de Una Sola Humanidad, como colaborador de la ONG internacional World Goodwill – Buena Voluntad Mundial.  Soy miembro de la European Transpersonal Association y del Institut de Psicologia Transpersonal de Barcelona. Propongo un universalismo inclusivo basado en el humanismo y desde el catolicismo que ejemplifica el papa Francisco, y soy feligrés de la parroquia de Santa Anna.

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SOY PROFESOR E INVESTIGADOR EN:

CATEDRA UNESCO DE MIL Y PERIODISMO DE CALIDAD

GABINETE DE COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN UAB

Profesor e investigador

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MASTER EN COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN

MENTOR

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